Mi cuerpo ya hacía acostado luego de un largo día, cerca de las 5 am. Desde las 3 quería dormir. Un mono despertó aquella madrugada, llorando y lleno de fastidio. Un monito, de corto cabello y muy chico. Había que darle de comer, yo no quería mover ni un dedo.
Y Mama lalita se acercó, a darle todo lo que yo no quería darle. Me cambie de cama y salí del cuarto, solo quería dormir. No pasó mucho tiempo más, antes de darme cuenta que... Estaba en la profundidad de los sueños bajo aquella acalorada lluvia fría del mes de noviembre.
Cuando de pronto, siento un peso en mi pecho, se balancea desde mi cuello hasta el abdomen, se sienta en mi piernas y
sensualmente empieza a besarme, me acaricia, me aprieta, sensaciones que tenía tiempo sin experimentar. Su respiración
se agita, junto con la mía, el calor de ambos cuerpos hace un ambiente sudoroso y apasionado, me besa, la beso, me toca
la toco... Todo esto mientras sigo dormido.
Ella se desviste suave y sensualmente, vaya fiera la que habita en mi mente... Rápidamente ambos somos elevamos a
un nivel de excitación poco antes experimentado. Se quita su ropa interior mientras sigo pensando que estoy en un sueño
profundo, me quita la ropa y se monta arriba. Mojada, mojadita ya estaba, agarro fuertemente mi pene, tan parado como el apollo 13,
la beso y la beso, beso tras beso hasta estar dentro de ella.
Me asenté en su interior. Lentamente fue moviéndome, duro y lento lo hicimos aquel día. Ella no paraba de gemir
en ningún momento mientras los besos fueron cada vez más apasionados, en ese momento ya no pensamos
parar, lo hice, lo hicimos por alrededor de unos pocos 40 minutos, fue mía y yo de ella. No tuvimos sexo.
Sin duda alguna aquella madrugada hicimos el amor. El AMOR.
Fue una divinidad inexplicable e inexpugnable.
Al despertar, solo estaba yo en la cama. Desperté un poco triste, y cabizbajo, pensando: "vaya sueño el que tuve"
Me levante hacer un poco de café, no tenía cigarrillos y me puso de mal humor. Al volver a la cama había algo raro
en ella, levante la sabana para acobijarme de nuevo y mi sorpresa.
No fue un sueño, no estaba durmiendo. Le bese en la frente, la abrase y seguimos durmiendo.